Antes de que todo acabe...

Un espacio para la reflexión: "Los límites del lenguaje de una persona son los límites de su mundo..."

miércoles, enero 17, 2007

Algunos cartones



Rocha - Bienaventurados


Hernández - Optimismo


Fisgón - Discurso conocido


Ahumada - Jijos del maíz

sábado, enero 13, 2007

Sobre el incremento al precio de la tortilla

Luis Hernández Navarro

La nueva guerra de la tortilla

Durante su primer baño de pueblo desde que tomó posesión, Felipe Calderón resultó empapado. "¡Que bajen el precio de las tortillas y la leche, si no luego ya no vamos a tener que comer!", le gritó una mujer en el municipio de Chalco, en un acto con el mandatario. Otras más siguieron con los reclamos.

¿Por qué se ha incrementado el precio de la tortilla? Por tres razones básicas. Primera y más importante, por el acaparamiento y la especulación del maíz blanco por parte de los grandes monopolios agroindustriales. Segunda, por el incremento en insumos básicos para la producción, traslado e industrialización del grano: diesel, electricidad y gasolina. Tercera, por la subida del precio del maíz en el mercado mundial, como resultado de su uso en la producción de etanol.

México es el cuarto productor mundial de este cereal. El año pasado cosechó 22 millones de toneladas, principal aunque no exclusivamente de grano blanco. Se trata de un volumen muy lejano al producido por Estados Unidos: 280 millones de toneladas durante 2005, en lo esencial de maíz amarillo. Este país controla más de 70 por ciento del mercado mundial de esta semilla.

A diferencia de la mayoría de los países productores que utilizan sus cosechas como forraje, en México, así como en parte importante de América Latina, el destino del grano es el consumo humano. Somos una cultura nacida del maíz.

Durante décadas la Conasupo desempeñó un papel fundamental en la regulación de los mercados del país, acopiando, importando y distribuyendo el grano. Como resultado del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) eso se terminó. Entre 1994 y 1998 funcionó como comprador de última instancia. En 1998, Ernesto Zedillo le dijo a las grandes comercializadoras (Maseca, ligada con ADM; Minsa, asociada con Corn Products Internacional y Arancia, y Cargill, fusionada a Continental) que debían encargarse del mercado nacional. Así, las funciones de un monopolio estatal que, a pesar de la corrupción funcionaba razonablemente bien, fueron trasladadas a monopolios privados que tienen como objetivo la ganancia rápida.

El desmantelamiento de la Conasupo fue un paso central en la privatización del mercado maíz-tortilla. Otras medidas gubernamentales en esa dirección fueron la liberación del precio de la tortilla a comienzos de 1999, y la desaparición de Fidelist, un programa de subsidio a la adquisición de este alimento que atendió 1.2 millones de familias en zonas urbanas marginadas.

Un gran cambio adicional fue el que se produjo con las modificaciones en la forma de procesar el grano. Durante muchos años la tortilla se elaboró mediante un proceso de nixtamalización, en la que molineros y tortillerías desempeñaban un papel clave. Esto comenzó a cambiar desde el sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), en el que se impulsó la elaboración de este alimento a partir de la harina industrializada en lugar de la masa de nixtamal.

El cambio en este proceso productivo provocó un fuerte conflicto entre los actores económicos ligados a ellos, que, en su momento, se conoció como la guerra de la tortilla. El pleito redujo drásticamente la importancia de los dueños de molinos y tortillerías. En 2003, 49 por ciento de la producción de este alimento estaba en manos de los grandes industrializadores, y Gruma sola tenía el control de 70 por ciento de esa franja del mercado. En los cinco años recientes, en alianza con las grandes cadenas de venta al menudeo, esa porción ha crecido significativamente.

Estos industrializadores son, simultáneamente, acaparadores del grano local e importadores. Ellos controlan importantes inventarios y pueden administrar oferta y demanda para hacer subir o bajar los precios según convenga a sus intereses. Adquirieron parte significativa de la cosecha primavera-verano de Sinaloa (con mucho, el principal estado productor de la República, con casi 10 millones de toneladas durante el pasado ciclo primavera-verano) a un precio de mil 350 pesos la tonelada. Se calcula que fácilmente tienen en sus manos alrededor de un millón de toneladas de maíz. Y con sus existencias han jugado a la especulación, encareciendo artificialmente el precio del producto. Esa misma tonelada del grano de Sinaloa, colocada en la ciudad de México, tiene hoy un costo de 3 mil 500 pesos, es decir, 2 mil 150 pesos más del que se pagó por ella.

Es cierto que el precio del maíz en el mercado mundial ha aumentado en los meses recientes como resultado de la utilización del grano para elaborar etanol. Pero ese incremento no tiene relación con el precio que tiene dentro del país. En la Bolsa de Chicago se cotiza en alrededor de 144 dólares la tonelada, esto es, menos de la mitad de la cantidad a la que se vende en la ciudad de México.

El costo del diesel, la gasolina y la electricidad, todos ellos insumos necesarios para el transporte y el procesamiento del grano, subieron durante los últimos meses de la administración de Vicente Fox, impactando el precio de la tortilla. Pero esos insumos constituyen, tan sólo, 30 por ciento de los costos de producción.

El monto del aumento en el precio de la tortilla es absolutamente injustificado. Ni el incremento en los insumos ni la revaloración del maíz en el mercado internacional justifican las cantidades a las que se vende a los consumidores. El problema central es la especulación de los grandes acaparadores.

Esta especulación ha sido favorecida por el modelo de mercado que se creó a raíz de la entrada en vigor del TLCAN, del desmantelamiento de las agencias y empresas estatales de desarrollo y de la privatización salvaje. Se trata de un mercado claramente ineficiente, casi monopólico y especulativo. Un mercado en el que, gracias a políticos como Luis Téllez y Santiago Levy, el gobierno mexicano se cortó los brazos que le permitían intervenir para poner orden.

Hoy vivimos una nueva guerra de la tortilla que, a diferencia de la vivida en los años 90 entre distintos empresarios, enfrenta a los grandes agroindustriales y la población pobre. Se trata de una guerra en la que el gobierno de Felipe Calderón ha tomado claramente partido en favor de los monopolios que lo apoyaron para que llegara a la Presidencia de la República.

miércoles, enero 10, 2007

Fundamentos e introducción al periodismo

He titulado la presente publicación de esta forma porque considero que la mayoría de los periodistas han estudiado la obra de Franz Kafka, unos mas, otros menos, pero a fin de cuentas los buenos periodistas comparten y plasman en sus comentarios un aire "kafkiano" en el sentido de la irreverencia y el tono incisivo de los mismos.

Criticas hay y muchas, probablemente de mucho mejor calidad y profundidad que lo que escribo, lo mismo que reseñas y opiniones acerca de este gran escritor. Entre las obras que he leído del buen Franz Kafka destaco El Proceso, Carta al padre, La Metamorfosis (una de sus obras máximas) y En la colonia penitenciaria, pero existe un cuento que me llamó muchisimo la atención por su tono irreverente, extremadamente incisivo pero más por su increible frialdad narrativa innata, me refiero al cuento Poseidon incluido en la obra La muralla china que a continuación reproduzco y dejo a vuestro buen juicio.






Poseidon


Poseidón se sentó ante su mesa de trabajo y revisó las cuentas. La administración de todos los océanos lo tenía muy atareado. Podía emplear los asistentes que quisiera, y por cierto, tenía muchos, pero responsable como era, insistía en revisar personalmente cuenta por cuenta, así que sus asistentes de poco le servían. No diría que le deleitaba este trabajo, lo hacía simplemente porque se le había asignado. Es cierto que ya con frecuencia había pedido una tarea más animada, pero entre los varios trabajos que le fueron sugeridos, se observó que su disposición natural era para su presente empleo. Ni decirlo, sería demasiado difícil conseguirle otra ocupación. Tampoco pensar en ponerlo a administrar determinado mar. Dejando a un lado que la tarea no sería más fácil, sólo inferior; el gran Poseidón, por el contrario, debía obtener un puesto más importante. Cuando se le ofreció un cargo sin afinidad a las aguas, la sola idea lo enfermó, su aliento divino decayó, y su broncíneo torso comenzó a jadear. Lo cierto, era que nadie tomaba muy en serio las quejas de Poseidón, pero cuando alguien de su poderosa talla se lamenta, por lo menos se debe simular que se le escucha, aunque sea una situación sin perspectivas. Realmente, nadie pensaba en separar a Poseidón de su cargo; desde los orígenes estaba destinado a ser el Dios de los mares, y eso no podía ser modificado.

Lo que más le irritaba —y esto era lo que lo indisponía con su trabajo—, eran los rumores que circulaban sobre él. Por ejemplo, que constantemente cabalgaba sobre las olas con su tridente, como un cochero, cuando la verdad era que se encontraba sentado en las profundidades de los océanos sin terminar nunca con sus cuentas. La única interrupción a esa monotonía era, de vez en cuando, un viaje hasta Júpiter, del cual siempre regresaba exasperado. De ahí que casi no conocía los océanos, sólo los había visto en sus furtivas ascenciones al Olimpo. Y no se podía afirmar que realmente los hubiera navegado. Acostumbraba decir que lo haría cuando el mundo tocara a su fin, sólo para entonces tendría un momento de descanso, justo antes del fin del mundo, y sólo después de haber revisado la última cuenta le daría tiempo para una rápida gira.



Otro énfasis que merece la pena destacar sobre la temática kafkiana es lo contenido en el cuento Investigaciones de un perro incluida en la obra La Muralla China que trata sobre el análisis que hace un anciano perro sobre como su infancia y efimera juventud fueron destruidas por aniosas y precoces reflexiones sobre el mundo y el sistema de cosas debido a la naturaleza inquisitiva del perro (léase hombre), donde en clara alusión a la sociedad humana (reemplazando la palabra perrada por humanidad) Kafka dirige una fuerte critica al "progreso" científico. Reproduzco un fragmento:


...

Se suele elogiar el progreso de la perrada a través de los tiempos, con lo que, entiendo, se quiere elogiar el progreso de la ciencia. Ciertamente, la ciencia progresa en forma incontenible, hasta aceleradamente, cada vez con mayor velocidad, pero, ¿qué hay de glorioso en ello? Es como si se quisiera elogiar a alguien porque a medida que transcurren los años envejece acercándose por tanto a la muerte con velocidad creciente. Es un proceso natural y hasta desagradable, en el que no encuentro nada qué celebrar. Veo sólo desintegración, con lo cual no quiero dar a entender que las generaciones fueron mejores; sólo fueron más jóvenes, ésa era su gran ventaja, su memoria no estaba tan abarrotada como la de hoy, era más fácil lograr que hablaran, y aunque nadie lo haya conseguido, las posibilidades eran mayores; precisamente, esta mayor posibilidad es lo que nos enardece al escuchar aquellas viejas historias, bastante ingenuas por lo demás. De vez en cuando una palabra parece revelar un indicio, nos hace saltar, no sentimos el peso de los siglos. Así es; por más que critique mi tiempo, las antiguas generaciones no fueron mejores que las más recientes, y hasta en cierto sentido fueron peores y más débiles. Tampoco entonces los milagros andaban por las calles para que cualquiera pudiese echarles el lazo, pero los perros no eran aún, no puedo expresarlo en otra forma, tan perrunos como hoy; la estructura de la perrada era más burda, la exacta palabra todavía habría podido actuar, decidir la obra, alterarla, cambiarla voluntariamente en forma diametral, y aquella palabra existía, o por lo menos, se le sentía próxima, flotaba sobre la punta de la lengua y cualquiera hubiese podido averiguaría. ¿A dónde ha ido a parar hoy? Introduciendo las manos en las entrañas, no se le encontraría. Quizá nuestra generación esté perdida, pero es más inocente que aquellas.

...


Para concluir solo puedo hacer una invitación a la lectura de las obras de Franz Kafka, son realmente fascinantes.

El regreso de Astillero

He aquí una divertida y ya tradicional jocosa columna del buen Julio Hernández después de unas merecidas vacaciones navideñas:

Astillero

Julio Hernández López

Preciosidades

  • Una foto vale más que mil discursos
  • Elaboraciones tácticas sobre migración
  • AMLO: las giras y la nueva Tele Buena


Por sus fotos les conoceréis: de la siquiátrica chamarra militar desabotonada, y el oportunista uniforme de las Chivas a medio poner, hasta llegar a la confesión gráfica de cercanía con quien fue aliado electoral en julio de 2006, a cambio de amnistía política que ayer se confirmó presencialmente: del góber precioso al preciso precioso; esos son los reyes de la política del canje, papá.

La guerra de la tortilla tiene sus soldaditos de gnomo, y por ello se agita y agria el nixtamal colectivo (¿todos acabaremos siendo molidos y cocidos en agua de cal?: intentos de respuesta serán recibidos en los expendios de la PFP). Ningún discurso ni análisis tiene la capacidad esclarecedora ante los ojos populares que un aumento creciente de precios en terrenos básicos de la cotidianidad alimenticia. Pero los soldaditos de gnomo ensayan formas de curar las heridas por ellos mismos producidas, así es que el transexenal Eduardo Sojo anuncia que habrá "apoyos" ­que no subsidios, ¡oh, cuán fea palabreja populista!­ para que la gente no resienta tan duramente el incremento al precio tortillero.

Gnomos gordillos pasean en Coahuila con V de venganza por la conformación del gabinete presidencial en donde los intereses de la primera profesora del país no fueron suficientemente recompensados por sus andanzas electorales del año pasado. Que dice el justiciero, limpio y nada corrupto ni nepótico gobierno del profesor Humberto Moreira (a través de la independiente y autónoma voz de su procurador de justicia) que en Pasta de Conchos hubo responsabilidad penal tanto de funcionarios de la Secretaría federal del Trabajo (que El Yunque tuvo como franquicia con Francisco Javier Salazar Sáenz) como de los dueños de la Industrial Minera México (esta columna también está en falta: meses ha que no se asoma a las crónicas del Hipódromo de las Américas para compartir con sus centauros lectores las incidencias de las carreras de cuacos pura sangre en que el patrón Germán Larrea se entretiene, mientras en las tristes tierras mineras los hombres mueren a causa de descuidos o ahorros criminales). Moreira sostiene (es decir, su procurador) que hay la posibilidad de que el presidente general Calderón (es decir, que preside al país en lo general, genéricamente) realice su improbable Quinazo junior echándole el guante al antes mencionado Salazar Sáenz y al millonetas Larrea, pero para todo ello deberá contar con la anuencia de la jefa de un segmento de los gobernadores priístas, la jugadora de mil canchas, ElbEsGor, que al mismo tiempo batalla en busca de instalar a Enrique Jackson como presidente nacional de la venta sexenal de garaje denominada PRI.

El general presidente Calderón aprovechó la posición de ¡descansen! en una reunión con diplomáticos mexicanos, para informarles que el tema migratorio ha sido mandado a Chihuahua a un baile. Deslinde oratorio con cargo a las espaldas mojadas: la improductiva estridencia foxista en esa materia fue pasada a cuchillo verbal, porque según el nuevo ocupante de Los Pinos ese tema debe ser tratado "con perspicacia y sensatez" para que pueda avanzar en la selva de las relaciones con Washington. Y no sólo eso. En una deslumbrante elaboración de estrategia castrense de altos vuelos, el político de las cinco estrellas en la frente dijo que es "importante quitar del centro de la discusión bilateral (con Estados Unidos) el tema migratorio". Y explicóse con singular brillantez: "no reducirlo en importancia" (algo puede ser quitado del centro de algo pero no ser reducido en importancia, como podría suceder si el Sol fuese trasladado a la órbita de, por ejemplo, Plutón, el planeta enano espurio), "pero sí reducir su vulnerabilidad" (¿Cómo podría Estados Unidos vulnerar nuestra intención de un pacto migratorio justo si los mexicanos le escamoteamos el tema a los güeros?, ¿a ver, a ver?) "y ser capaces de renfocar la relación, con el sustento de la opinión pública en ambos países y en ambos gobiernos, precisamente a un objetivo común que tiene que ver con el desarrollo".

Porque resulta que ahora el presidente del país sin empleo está convencidísimo de que la solución al problema de los gringos, que no quieren mexicanos especializados en brincar fronteras, es que México tenga tal desarrollo económico que a nadie se le antoje irse al otro lado. Por ello, al final de su alocución diplomática, la fe de Felipe le puso fecha a la ilusión: "...México, reitero, puede ser la cuarta economía más grande del mundo hacia el 2050, si logramos hacer lo que en conjunto podemos y debemos hacer" (Ah, siendo así, no hay problema: ¡Preparaos, 2050: allá va México, experto consumado en hacer lo que puede y debe hacer!).

López Obrador se asoma a la pantalla pública nacional con algo que, la verdad sea dicha, sólo confirma el estancamiento intelectual y programático de la cúpula de un movimiento social que se defiende y resiste a pesar de que esa elite sigue instalada en la visión electorera, la guerra de facciones y el culto a la personalidad supuestamente infalible. La mano dura de Calderón y la crisis económica que se está gestando empujarán al país a situaciones de descontrol y estallido en las que nuevamente la esperanza popular de cambio (de recomposición) estará sujeta a las visiones y maniobras de los políticos "de izquierda" que mantienen un discurso rutinario, sin atinar a proponer una interpretación inteligente y eficaz de lo que sucede en el país, y un proyecto de trabajo organizativo que vaya más allá de lo electoral y lo contestatario. De las giras sin sentido (una especie de obsesión por gastar el tiempo en lo inmediato, para no tener tiempo para definir y atender lo importante) a las medias horas de madrugada en la Nueva Televisión Buena, la del comprensivo y bondadoso señor Salinas (Pliego). Por sus giras, y sus aliados, también les conoceréis.

Astillas:

Esta columna, y el soldadito del pomo que la elabora, agradecen a sus lectores los buenos deseos que a través de Internet ha recibido en los días de hibernación que (snif) hoy terminan (oficialmente). Y, como fue escrito aquí el pasado 20 de diciembre, hoy se reitera la esperanza de que 2007 sea un buen año y que "se mantenga viva y acrecentada la llama de la lucha por un México mejor"... ¡Hasta mañana, en esta columna que trabaja en la próxima reactivación de la Otratele!



Y si quieren saber la respuesta a este controvertido inicio de año del columnista jornalero he aquí el enlace al sendero del peje, donde poco faltó para que le dijeran pendejo.

lunes, enero 01, 2007

Inicio de año

Después de la algarabia de las fiestas de fin de año, comenzamos el año 2007 con información trascendente que ha cauzado polémica por su brillante resolución: me refiero a la ejecución del otrora gobernante iraquí Saddam Hussein.




La Bestia de Bagdad en el patíbulo

Robert Fisk

Saddam Hussein a la horca. Es una ecuación sencilla. ¿Quién podría ser más merecedor de dar sus últimos pasos en el patíbulo y de que se le rompa el cuello al final de una cuerda que la Bestia de Bagdad, el Hitler del Tigris, el hombre que asesinó a cientos de miles de iraquíes inocentes rociando armas químicas sobre sus enemigos?

Dentro de unas horas nuestros amos nos dirán que éste es un "gran día" para los iraquíes y que esperan que el mundo musulmán olvide que la sentencia de muerte fue firmada por el "gobierno iraquí", pero claramente por órdenes de los estadunidenses, el mismo día del Eid al Adha, la fiesta del sacrificio, en que se celebra el perdón en todo el mundo árabe.

Pero la historia registrará que los árabes y otros musulmanes, al igual que muchos en Occidente, se harán este fin de semana una pregunta que no aparecerá en diarios occidentales porque no pertenece al discurso que nos han impuesto nuestros presidentes y primeros ministros ¿Y qué pasará con los otros culpables?

No, Tony Blair no es Saddam. Nosotros no arrojamos gases a nuestros enemigos. George W. Bush no es Saddam. El no invadió Irán ni Kuwait. Sólo invadió Irak. Pero cientos de miles de civiles iraquíes están muertos y miles de tropas occidentales han muerto, porque los señores Bush, Blair, y los gobernantes de España, Italia y Australia, fueron a la guerra en 2003 envueltos en una bazofia de mentiras y mendacidad, lo cual, dadas las armas que usamos, resultó en una inmensa brutalidad.

En el caos que siguió a los crímenes internacionales contra la humanidad de 2001 hemos torturado, agredido brutalmente y asesinado a inocentes. A la infame prisión de Abu Ghraib de Saddam Hussein le añadimos nuestra propia infamia. Y con todo, se supone que debemos olvidar estos crímenes terribles y aplaudir cuando se columpie el cadáver del dictador que nosotros mismos creamos.

¿Quién alentó a Saddam a invadir Irán en 1980, en lo que fue uno de los peores crímenes de guerra jamás cometidos, dado que esto fue lo que llevó a la muerte a millón y medio de almas? ¿Quién le vendió los componentes para fabricar las armas químicas con las que empapó a Irán y a los kurdos? Fuimos nosotros.

No es de extrañar que los estadunidenses, quienes controlaron el peculiar juicio, prohibieron que se mencionara ésta, su peor atrocidad, durante el proceso. ¿Era posible que Hussein fuera entregado a los iraníes para que ellos lo juzgaran por sus masivos crímenes de guerra? Claro que no, porque eso expondría nuestra culpabilidad.

¿Y nuestros asesinatos perpetrados en 2003 con nuestras bombas de uranio empobrecido, nuestras bombas "destruye búnkers", nuestro fósforo, nuestros sanguinarios sitios en torno de Fallujah y Najaf. Y luego, tras la invasión, el infernal desastre de anarquía que desencadenamos sobre la población iraquí después de nuestra "victoria" y nuestra "misión cumplida", ¿a quién se va a encontrar culpable por esto? Tendremos que esperar que salgan las ególatras memorias de Bush y Blair, que serán escritas, con toda seguridad, desde un cómodo y próspero retiro, para hallar un leve remordimiento o intento de expiación por estos hechos.

Horas después de que se dictara la condena a muerte contra Saddam Hussein, su familia ­su primera esposa, Sajida, su hija y otros parientes­ habían abandonado toda esperanza. "Lo que se podía hacer ya se hizo, sólo podemos esperar que todo siga su curso", me dijo uno de sus parientes, la noche del viernes.

Pero Saddam ya lo sabía, él mismo proclamó su "martirio", afirmó que aún es presidente de Irak y que morirá por su país. Todos los hombres condenados enfrentan una disyuntiva: morir implorando clemencia o morir con la dignidad que puedan reunir en sus últimas horas de vida.

Durante su última aparición ante el tribunal, una sonrisa raquítica se extendió por el rostro del asesino en masa, y ésta nos mostró, desde entonces, la forma que Saddam ha elegido para caminar hasta la horca.

He documentado sus monstruosos crímenes durante años. He hablado con los sobrevivientes kurdos de Halabja, y con los chiítas que se levantaron contra el dictador a petición nuestra, en 1991, y que abandonamos a su suerte. Decenas de miles de ellos, junto con sus esposas, fueron colgados como animales de caza por los verdugos de Saddam.

Recorrí una cámara de ejecución, sólo meses después de que se descubrió que nosotros usamos la misma prisión para torturar y matar, y he visto a los iraquíes desenterrar a miles de parientes muertos de las fosas comunes de Hilla. Uno de estos cadáveres tenía una prótesis de cadera recién implantada y la identificación del hospital todavía colgaba del brazo. Lo llevaron del hospital directamente a su lugar de ejecución. Al igual que lo hizo Donald Rumsfeld, tuve la oportunidad de estrechar la suave y húmeda mano del dictador. Y con todo, el viejo criminal de guerra terminó sus días en el poder escribiendo novelas románticas.

Fue mi colega Tom Friedman ­quien hoy es un mesiánico columnista del diario The New York Times­ quien describió perfectamente el carácter de Saddam poco antes de la invasión de 2003: "mitad don Corleone y mitad Pato Donald". Con esta definición única, Friedman capturó el horror que tienen en común todos los dictadores, su atracción hacia el sadismo, su naturaleza grotesca e inverosímil, además de su brutalidad.

Pero no es así como el mundo árabe lo percibirá. Al principio, los que sufrieron la crueldad de Saddam darán la bienvenida a su ejecución. Cientos quieren ser el verdugo que jale la palanca que abrirá la trampa de la horca a través de la cual caerá el ex gobernante iraquí.

Muchos kurdos y chiítas fuera de Irak celebrarán su fin. Pero tanto ellos como millones de otros musulmanes recordarán cómo se le informó que su ejecución sería en la madrugada de la fiesta de Eid al Adha, en la que se recuerda el sacrificio que casi ejecutó Abraham contra su hijo; una fiesta que incluso el horrendo Saddam conmemoraba, cínicamente, liberando a presos de las cárceles.

Puede ser que Saddam Hussein haya sido "entregado a las autoridades iraquíes" justo antes de morir, pero su ejecución será percibida ­correctamente­ como obra de Estados Unidos y el tiempo se encargará de darle a este hecho un último barniz duradero, pues nada evitará que quede la impresión de que Occidente destruyó a un líder árabe cuando éste se negó a seguir obedeciendo las órdenes de Washington y que, a pesar de todas sus atrocidades, falleció como un mártir a manos de los nuevos cruzados. De eso se encargarán algunos historiadores árabes que aprovecharán el hecho de que Hussein no haya sido juzgado por todos sus crímenes.

Después de que Saddam fue capturado, en noviembre de 2003, se incrementó la ferocidad con que la insurgencia atacaba a las tropas estadunidenses. Después de su muerte, de nuevo se redoblará esta intensidad. Liberados ya de la remota posibilidad de que se le conmutara la sentencia, los enemigos de Occidente no tienen razón para temer el regreso del régimen del partido Baaz. Nada más tomen en cuenta que Osama Bin Laden se regocijará por la ejecución tanto como Bush y Blair. Se han vengado ya tantos crímenes, y aún así, nosotros nos hemos escapado de la justicia.

© The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca




Nuestra complicidad murió con él

Robert Fisk

Lo hicimos callar. El momento en que el encapuchado verdugo de Saddam jaló la palanca que abrió la trampa de la horca en Bagdad, la mañana del sábado, los secretos de Washington quedaron a salvo. El vergonzoso, excesivo y oculto poder militar que Estados Unidos y Gran Bretaña dieron a Saddam durante más de una década sigue siendo la historia terrible que nuestros presidentes y primeros ministros no quieren recordar. Ahora Saddam, quien sabía la verdadera dimensión de ese apoyo occidental que le permitió perpetrar algunas de las peores atrocidades desde la Segunda Guerra Mundial, está muerto.

Se ha ido el hombre que personalmente recibió ayuda de la CIA para destruir al Partido Comunista de Irak. Después de que llegó al poder, la inteligencia estadunidense le daba a sus serviles colaboradores la dirección en que vivían comunistas, tanto en Bagdad y como en otras ciudades, con el fin de desbaratar la influencia que tenía la Unión Soviética sobre Irak. Los mujabarats de Saddam visitaban cada hogar, arrestaban a todos sus ocupantes y luego los asesinaban. Los ahorcamientos públicos eran para los saboteadores; para los comunistas, sus esposas e hijos se reservaba un trato especial: torturas extremas antes de ser ejecutados en Abu Ghraib.

Existe en todo el mundo árabe la evidencia de que Saddam sostuvo una serie de reuniones con funcionarios estadunidenses de primer nivel antes de su invasión a Irán de 1980. Tanto él como el gobierno estadunidense estaban convencidos de que la república islámica se derrumbaría cuando Saddam enviara a sus legiones al otro lado de la frontera, por lo que el Pentágono recibió instrucciones de dar asistencia a la maquinaria militar iraquí proveyendo inteligencia sobre las técnicas de batalla de los iraníes.

Un helado día de 1987, no muy lejos de Colonia, me reuní con un traficante de armas alemán, quien inició esos primeros contactos directos entre Washington y Bagdad por órdenes de Estados Unidos.

"Señor Fisk, muy al principio de la guerra, en septiembre de 1980, fui invitado a ir al Pentágono", dijo. "Ahí, me entregaron las más recientes fotos satelitales que Estados Unidos había tomado del frente iraní. Podía verse todo en esas imágenes. Había emplazamientos de artillería iraní en Abadan y detrás de Jorramshar, trincheras en la ribera este del río Karun, barricadas antitanque ­miles­ a todo lo largo de la frontera iraní hacia el Kurdistán. Ningún ejército podía desear más que esto. Yo llevé esos mapas en un avión de Washington a Francfort y de ahí me trasladé directo a Bagdad en uno de Iraqui Airways. ¡Los iraquíes estaban muy pero muy agradecidos!"

En ese entonces yo cubría la guerra con los comandos de avanzada de Saddam, bajo las granadas iraníes, y ahí noté que los militares iraquíes alinearon sus fuerzas de artillería en posiciones muy alejadas del frente de batalla, lo que decidieron con base en los detallados mapas de las posiciones iraníes con que contaban.

Sus bombardeos contra Irán en las afueras de Basora permitieron que los primeros tanques iraquíes cruzaran el río Karun en sólo una semana. El comandante de esa unidad de tanques alegremente rehusó decirme cómo fue que adivinó cuál era el único puente que el ejército iraní no tenía defendido. Hace dos años nos encontramos de nuevo, en Ammán, y sus subalternos lo llamaban "general", rango que Saddam le concedió después de ese ataque de tanques al este de Basora, cortesía de la información de inteligencia de Washington.

La historia oficial iraní de la guerra de ocho años con Irak registra que la primera vez que Saddam usó armas químicas fue el 13 de enero de 1981. El corresponsal de Ap en Bagdad, Mohamed Salaam, fue llevado a ver el lugar en que se consumó la victoria militar iraquí al este de Basora.

"Comenzamos a caminar y a contar los cuerpos", relató. "Caminamos kilómetros y kilómetros en esa mierda de desierto, contando. Cuando llegamos a alrededor de 700, perdimos la cuenta y tuvimos que comenzar de nuevo... Los iraquíes habían usado, por primera vez, una combinación: gas nervioso que paralizaría los cuerpos de sus enemigos y gas mostaza para ahogarlos desde los pulmones, por eso es que todos habían vomitado sangre".

En ese momento los iraníes denunciaron que Estados Unidos había dado ese terrible coctel a Hussein y Washington lo negó. Pero los iraníes tenían razón. Las largas negociaciones que llevaron a la complicidad de Estados Unidos en esta atrocidad continúan siendo un secreto. Se sabe que el ex secretario de Defensa estadunidense Donald Rumsfeld era en ese momento uno de los punteros del presidente Ronald Reagan. Seguramente Saddam conocía a detalle esta historia.

Pero un documento del Senado que pasó casi desapercibido, titulado "Las exportaciones de agentes químicos y biológicos para uso dual y relacionado con actividades bélicas y su posible impacto en la salud durante la Guerra del Golfo Pérsico", afirmaba que antes de 1985 y posteriormente, compañías estadunidenses mandaban cargamentos de agentes biológicos a Irak. Estos incluían el bacilus antracis, que produce el ántrax y el escerichia coli (E. coli).

Dicho reporte del Senado concluía: "Estados Unidos ha proveído al gobierno de Irak con materiales de 'uso dual' que ayudaron al desarrollo de programas de armamento químico, biológico iraquíes, y programas misilísticos, incluyendo elementos para la construcción de una planta química de producción de agentes, dibujos técnicos y un programa para la elaboración de equipo para la guerra química".

El Pentágono tampoco ignoraba hasta qué grado Irak usaba armas químicas. En 1988, por ejemplo, Saddam dio personalmente permiso al teniente coronel Rick Francona para visitar la península de Fao después de que las fuerzas iraquíes recapturaron esta zona que los iraníes habían tomado. Francona era un oficial de inteligencia defensiva de Estados Unidos, y uno de los 60 funcionarios estadunidenses que secretamente daba información sobre los movimientos militares de Irán a miembros del estado mayor iraquí.

El reporte que Francona hizo a su regreso a Washington decía que los militares iraquíes habían usado armas químicas para lograr su victoria. El encargado de la inteligencia de la defensa en ese entonces era el coronel Walter Lang, quien dijo que el hecho de que los iraquíes usaran gas en el campo de batalla "no es asunto que nos preocupe profundamente, desde un punto de vista estratégico".

Yo, sin embargo, vi los resultados. En un largo tren hospital, que volvía a Teherán del campo de batalla, encontré a cientos de soldados iraníes que tosían sangre y moco que provenía de sus pulmones. Los vagones apestaban tanto a gas que tuve que abrir las ventanas. Tenían los brazos y la cara llenos de pústulas en las cuales, en momentos, crecían nuevas ampollas. Muchos presentaban quemaduras espantosas. Esos mismos gases después fueron usados contra los kurdos de Halabja. No es sorpresa que Hussein haya sido juzgado en Bagdad primordialmente por una matanza de chiítas,y no por sus crímenes de guerra contra Irán.

Aún no sabemos ­y tras la ejecución de Saddam quizá nunca sepamos­ la magnitud de los créditos que Estados Unidos concedió a Irak desde 1982. El primer tramo, la suma que se pagó por armamento estadunidense proveniente de Jordania y Kuwait, fue de 300 millones de dólares. Para 1987, a Saddam se le había prometido un crédito por mil millones de dólares. En 1990, justo antes de la invasión a Kuwait, el comercio entre Irak y Estados Unidos había crecido a 3 mil 500 millones de dólares al año.

Presionado por el secretario de Estado, el mismo James Baker cuyo reporte pretende sacar a George W. Bush de la catástrofe, concedió nuevas garantías de préstamo a Irak por mil millones de dólares.

En 1989, Gran Bretaña, que también estaba dando ayuda militar secreta a Saddam, garantizó 250 millones de libras esterlinas a Irak poco después del arresto, en Bagdad, del periodista de The Observer Farzad Bazoft. El reportero estaba investigando la explosión de una fábrica en Hilla que estaba usando los mismos componentes químicos enviados por el gobierno de Estados Unidos, y quien posteriormente fue ahorcado en prisión.

Un mes después de la detención de Bazoft, William Waldegrave, ministro de la Oficina del Exterior, señaló: "Dudo que exista, en algún otro lugar del mundo, otro posible mercado a una escala similar a ésta en la que Reino Unido esté tan bien posicionado, siempre y cuando juguemos nuestras cartas diplomáticas correctamente... Unos cuantos Bazofts más u otro brote de opresión interna lo harían más difícil".

Aún más repulsivas fueron las observaciones del entonces primer ministro adjunto, Geoffrey Howe, en lo referente a relajar el control sobre la venta de armas británicas para Irak. Guardó este secreto, según escribió, porque "se vería muy cínico si tan pronto como expresamos nuestra repulsión por la forma en que se trató a los kurdos adoptamos un enfoque más flexible a las ventas de armas".

Saddam conocía también los secretos en torno al ataque contra el USS Stark cuando, el 17 de mayo de 1987, un jet iraquí lanzó una ráfaga de misiles contra una fragata de Estados Unidos, matando a más de una sexta parte de la tripulación de la nave, que estuvo a punto de hundirse. El gobierno estadunidense aceptó la disculpa de Hussein, quien alegó que el navío fue confundida con un barco iraní. Además, se le permitió a Saddam negar el permiso para entrevistar al piloto iraquí.

Toda la verdad murió con Saddam Hussein en la ejecución que tuvo lugar en Bagdad la madrugada del pasado sábado. Muchos en Washington deben haber suspirado con alivio, una vez que el viejo quedó silenciado para siempre.

© The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca


Y para los amantes del snuff he aquí el video de la ejecución:



La magnifica sentencia en contra de Saddam Hussein me parece tan significativa y efectiva como las sentencias ejecutadas en contra rehenes capturados por la insurgencia iraquí, me refiero al famoso caso de la decapitación del estadounidense Armstrong. El caso es que con la muerte de Hussein nada en absoluto cambiará sino todo lo contrario y que el pueblo iraquí será el que a final de cuentas pague --tal y como lo está haciendo ahora-- con dolor y sangre, ya que está al borde de una guerra civil gracias a la necedad e ineficiencia de las políticas bélicas bushianas.

¡ Feliz Año Nuevo 2007 !

Así es, feliz año nuevo 2007, dentro de lo que cabe puesto que la felicidad del el efimero festejo de la noche del 31 de diciembre de 2005 y del 1 de enero de 2006, se convirtió en una horrible pesadilla que duró todo un largo año que en estos momentos pareciera que tuvo la misma duración que el mencionado festejo.

Resultaría oscioso enumerar los vastos momentos trascendentes que marcaron el ya extinto 2006 --y no me refiero a situaciones vaacuas e inocuas como el futbol por ejemplo-- sino a aquellas que se sembraron y gestaron en el mismo 2006 y que naceran y fructificaran en el incipiente año 2007.

Sin duda los acontecimientos politicos y sociales recientes nos guste o no nos guste, nos importe o no nos importe, tengamos conciencia o no la tengamos van a representar un foco de atencion que dificilmente los medios de comunicación electronicos coludidos con el sistema, van a poder censurar, dado que se preveen cambios e intentos de cambio que seguramente movilizaran a concienzudas muchedumbres sedientas de justicia.

En fin, el otrora ansiado 2006 quedó atrás junto con aquella ingenua ilusión de democracia y es hora de cosechar sus frutos: como aperitivo navegaremos a contracorriente del sistema autoritario y represor que se nos ha impuesto, que de la misma forma que llegó tratará de realizar los cambios que así ha decidido y evaluado como "necesarios" para así vender al mejor postor lo poco que queda del país.

¡ Feliz 2007 !