Caudillos...
Modesto Suárez escribe en Reforma
Modesto Suárez.
Dirigentes carismáticos.
Martin Luther King, o Hidalgo, Juárez y Morelos fueron duramente criticados en su momento, pero hoy son figuras heroicas.
Andrés Manuel López Obrador es sin duda el político mexicano contemporáneo cuya imagen ha sido más distorsionada. Es difícil encontrar un texto escrito o comentario verbal sobre él en el cual se haga un juicio ponderado de sus cualidades y defectos.
Ha sido llamado Mesías -porque le achacan que se cree un Jesucristo, un salvador-, naco -acompañado de rufianes o lumpen-, tropical -es decir, subdesarrollado-, populista, autoritario, empecinado, insolente, resentido, mentiroso, fósil universitario, agitador, porro, violento, asesino, irrespetuoso de la ley, ególatra, insatisfecho, perdedor -anglicismo para decir fracasado-, loco, psicópata y -algo inaudito, pues aventura a decir cómo sería su Presidencia- dictador aferrado al poder hasta el año 2043, que provocará un bombardeo nuclear de Estados Unidos en contra de México y que quitará las casas a sus dueños -extraña medida si se va a provocar un bombardeo nuclear-.
Esta serie de epítetos no explica por qué un ser tan "monstruoso" es tan admirado y tan querido por millones y millones de mexicanos y por qué destacados miembros de las comunidades intelectual y artística de México apoyan su defensa de los pobres y del voto.
Es muy difícil encontrar personas sin cualidades. Para muchos mexicanos, AMLO tiene fuerza de carácter, honestidad, despego hacia la riqueza, preocupación por los pobres -en un país sumido en la pobreza-, olfato político y carisma. Esta última cualidad es también reconocida por sus enemigos.
Carisma, palabra originada en la teología con el sentido de don abundante otorgado por Dios a una criatura, fue incorporada por Max Weber a las ciencias sociales para designar la cualidad por la cual una persona es considerada extraordinaria y tratada por otros como si tuviera poderes excepcionales.
El ser carismático -nos dice Weber- representa una amenaza para el orden imperante pues quiere su transformación; por eso, paradójicamente, ha jugado un papel importante en el desarrollo del derecho.Carismáticos fueron, en mayor o menor grado, Hidalgo: acusado de encender "la tea de la discordia y anarquía"; Morelos: "traidor sacrílego... [que vino] a introducir en todo la confusión, el desorden y la anarquía"; Juárez: quien "...a todos los golpes de la fortuna opone la insensibilidad, el fatalismo, la inercia propia de su raza"; y Madero: chaparro, espiritista, débil de carácter y antidemocrático. Criticados duramente en su tiempo, todos ellos son ahora figuras heroicas.
Otro ser carismático, Martin Luther King, influenciado por Mahatma Gandhi, luchó por la causa de los derechos civiles en Estados Unidos. Encabezó boicots, ocupaciones de restaurantes y tiendas departamentales, y marchas, como la de Washington, DC, donde reunió a 200 mil personas, con la cual hizo más por los derechos civiles de los negros que lo logrado por esa minoría en todos los años transcurridos desde 1865, cuando terminó la Guerra de Secesión. Encarcelado varias veces por violar la ley, la estrategia de Martin Luther King era provocar crisis en la estructura económica -no en la política, pues los negros no podían votar-, para poder negociar. El doctor King recibió el Premio Nóbel de la Paz y hoy en día es un héroe nacional.
Los dirigentes antes mencionados, salvo Juárez, fueron muertos por sus enemigos por considerarlos peligrosos.La historia de esas figuras muestra que, cuando hay inequidad social -como la hay en México-, entre más fueron atacados, más populares y más fuertes se hicieron.
También demuestra que aferrarse a toda costa al pasado acarrea tarde o temprano consecuencias perjudiciales para la élite gobernante y para la sociedad, aunque ésta puede verse beneficiada más tarde.
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