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miércoles, septiembre 20, 2006

Una breve apología sobre Confucio

CONFUCIO

CONFUCIO es el más grande filósofo chino y uno de los mayores de la Humanidad. Nació en el año 551 a. de J. y murió en 479.

Ya desde muy chico dio muestras brillantes de talento y discreción. A los 17 años fue nombrado inspector de la distribución de granos y a los 20, inspector general de agricultura y ganadería; tal era ya su fama de talento y honestidad. Sucesivamente fue ascendido a cargos más altos, hasta llegar a ser ministro del Trabajo y de Justicia del Estado de Lou. Más tarde se dedicó a viajar por la China entera, propagando personalmente sus doctrinas mo­rales, de las que siempre fue ejemplo vivo.

La base de la filosofía confuciana era la piedad filial el amor y el respeto de los hijos a los padres, que, además dé ser la más elevada virtud del hombre, debía ser tomada como modelo en las relaciones del ciudadano con el Emperador y con las autoridades que lo representaban. De este modo, las virtudes familiares venían a ser la garantía de las virtudes sociales. Sobre esta base tan firme estableció la norma de conducta práctica: No hagas a otro lo que no quieras que te hagan a ti. Con ella se instaura el famoso prin­cipio de reciprocidad, que no es ciertamente el más elevado, pero si el más práctico, pues no es fácil encontrar más fuerte apoyo del sentimiento social que la idea, recta y sinceramente profesada, de que las demás personas tienen los mismos atributos que nosotros y sólo merecemos ser respetados en nuestros derechos, si a nuestra vez respetamos los de los demás.



MÁXIMAS DE CONFUCIO


La obra de Confucio está recogida por sus discípulos en forma de máximas o sentencias de gran sencillez, que reflejan la doc­trino del maestro. Su moral se basa en el respeto a los ancianos, especialmente en el afecto filial.
  • Cuando veas a un hombre bueno, trata de imitarlo; cuando veas a uno malo, examínate a ti mismo.
  • No debemos hablar nunca ni bien ni mal de nosotros mismos; bien, porque no nos creerían, y mal, porque lo creerían fácilmente.
  • Confesar sus defectos cuando son reprendidos, es modestia; descubrirlos a los amigos es ingenuidad, y confianza;hacer alar­de de ellos sin tiempo y sin ser preguntados, es orgullo.
  • Donde hay educación, no hay distinción de clases.
  • Ser desconocido de los hombres, y no cuidarse de ello, he aquí lo que es propio del sabio.
  • El hombre que ante la perspectiva de un lucro prefiere la justicia; que viendo un peligro sacrifica su vida y que no olvida sus antiguos compromisos, es un hombre cabal.
  • Si todavía no conocemos la vida, ¿cómo podremos conocer la muerte?
  • No son las malas hierbas las que ahogan la buena semilla, sino la negligencia del campesino.
  • Perdónasele todo a quien nada se perdona a si mismo.
  • La seriedad es sólo la corteza del árbol de la sabiduría; sin embargo, sirve para preservar a ésta.
  • El sabio teme la bonanza; empero cuando descarga la tempestad camina sobre las olas y desafía los vientos.
  • Lo que quiere el sabio lo busca en si mismo; el vulgo lo busca en los demás.
  • Dios ha puesto el trabajo como centinela de la virtud.
  • El que de mañana ha conseguido conocer la verdad, ya puede morir a la tarde.


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Hernández Ruiz Santiago (ed.), Cultura y espíritu - Para grado superior, Fernández Editores, cuarta edición, México D.F, 1966, pp 104-106.

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