Una breve apología sobre Confucio
CONFUCIO
CONFUCIO es el más grande filósofo chino y uno de los mayores de la Humanidad. Nació en el año 551 a. de J. y murió en 479.
Ya desde muy chico dio muestras brillantes de talento y discreción. A los 17 años fue nombrado inspector de la distribución de granos y a los 20, inspector general de agricultura y ganadería; tal era ya su fama de talento y honestidad. Sucesivamente fue ascendido a cargos más altos, hasta llegar a ser ministro del Trabajo y de Justicia del Estado de Lou. Más tarde se dedicó a viajar por la China entera, propagando personalmente sus doctrinas morales, de las que siempre fue ejemplo vivo.
La base de la filosofía confuciana era la piedad filial el amor y el respeto de los hijos a los padres, que, además dé ser la más elevada virtud del hombre, debía ser tomada como modelo en las relaciones del ciudadano con el Emperador y con las autoridades que lo representaban. De este modo, las virtudes familiares venían a ser la garantía de las virtudes sociales. Sobre esta base tan firme estableció la norma de conducta práctica: No hagas a otro lo que no quieras que te hagan a ti. Con ella se instaura el famoso principio de reciprocidad, que no es ciertamente el más elevado, pero si el más práctico, pues no es fácil encontrar más fuerte apoyo del sentimiento social que la idea, recta y sinceramente profesada, de que las demás personas tienen los mismos atributos que nosotros y sólo merecemos ser respetados en nuestros derechos, si a nuestra vez respetamos los de los demás.
MÁXIMAS DE CONFUCIO
La obra de Confucio está recogida por sus discípulos en forma de máximas o sentencias de gran sencillez, que reflejan la doctrino del maestro. Su moral se basa en el respeto a los ancianos, especialmente en el afecto filial.
- Cuando veas a un hombre bueno, trata de imitarlo; cuando veas a uno malo, examínate a ti mismo.
- No debemos hablar nunca ni bien ni mal de nosotros mismos; bien, porque no nos creerían, y mal, porque lo creerían fácilmente.
- Confesar sus defectos cuando son reprendidos, es modestia; descubrirlos a los amigos es ingenuidad, y confianza;hacer alarde de ellos sin tiempo y sin ser preguntados, es orgullo.
- Donde hay educación, no hay distinción de clases.
- Ser desconocido de los hombres, y no cuidarse de ello, he aquí lo que es propio del sabio.
- El hombre que ante la perspectiva de un lucro prefiere la justicia; que viendo un peligro sacrifica su vida y que no olvida sus antiguos compromisos, es un hombre cabal.
- Si todavía no conocemos la vida, ¿cómo podremos conocer la muerte?
- No son las malas hierbas las que ahogan la buena semilla, sino la negligencia del campesino.
- Perdónasele todo a quien nada se perdona a si mismo.
- La seriedad es sólo la corteza del árbol de la sabiduría; sin embargo, sirve para preservar a ésta.
- El sabio teme la bonanza; empero cuando descarga la tempestad camina sobre las olas y desafía los vientos.
- Lo que quiere el sabio lo busca en si mismo; el vulgo lo busca en los demás.
- Dios ha puesto el trabajo como centinela de la virtud.
- El que de mañana ha conseguido conocer la verdad, ya puede morir a la tarde.
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Hernández Ruiz Santiago (ed.), Cultura y espíritu - Para grado superior, Fernández Editores, cuarta edición, México D.F, 1966, pp 104-106.
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