Incendio...
Detrás de la Noticia.
Ricardo Rocha.
21 de agosto de 2006.
La hoguera.
El video de Carlos Ahumada presentado por Carmen Aristegui es nueva leña al fuego que alcanza ya proporciones inimaginables. Las revelaciones en él contenidas confirman lo que gran parte del imaginario colectivo y por supuesto Andrés Manuel López Obrador daban ya por un hecho: desde el poder hubo y hay un complot para aniquilar al más férreo de sus opositores; el mismo Ahumada advierte que el presidente Fox no podía ser ajeno a una maquinación que llevó semanas, que fue urdida por Carlos Salinas de Gortari, operada por Diego Fernández de Cevallos y llevada a cabo por Santiago Creel como secretario de Gobernación y Rafael Macedo de la Concha como procurador.
La gran pregunta ahora es si el Tribunal Electoral puede dar por bueno un proceso en el que está probado que desde el gobierno se instrumentó una conjura en contra del que en esos momentos era el más fuerte contendiente. Las voces de siempre dicen ahora que finalmente AMLO superó el trance y que lo dicho por Ahumada carece ya de relevancia. Me parece todo lo contrario. Baste recordar que los videoescándalos se producen en marzo de 2004. Tres meses después de que López Obrador apareciera como puntero en las encuestas por primera vez. Luego vendría el desafuero, frustrado sólo por el susto presidencial del millón en la calle. En paralelo, cientos de declaraciones de Fox sembrando el odio, dividiendo a los mexicanos y atacando, hasta la fecha, a Andrés Manuel. Hasta la intromisión ilegal del presidente en el proceso vía spots, apoyo de programas gubernamentales y ríos de dinero para denostar al candidato de la coalición e imponer al de su partido. Por cierto, Felipe Calderón nunca fue el candidato de Fox, ni de la señora Marta, ni siquiera de Manuel Espino. Era Creel. Y Felipe lo sabe.
Por ello, la única explicación a una actitud foxista tan descarada es que el presidente le ha hecho sentir a Calderón que la elección se ganó desde Los Pinos y que les debe el favor. Fox intenta reelegirse en la persona de Calderón. Que sabe que, si llega a ser presidente, más temprano que tarde tendría que legitimarse. Y la familia presidencial sería un blanco muy apetecible. Por eso en la residencia oficial juegan aún con la conveniencia de la anulación. Mientras tanto, en el equipo de Felipe saben muy bien que -oh, paradoja- Fox es ahora su peor enemigo porque envenenó de sospecha el proceso. Por ello, en ese círculo presidente-partido-candidato, la cosa está que arde.
También se recalentarán las calles con el nuevo video en las pantallas gigantes. Habrá mentadas en Reforma y sus alrededores. Y está ardiendo el Tribunal porque de ahí han salido las filtraciones de que tienen prisa por hacer presidente a Calderón. De que la decisión está tomada y de que sólo están viendo cómo la presentan, cómo la justifican, cómo la explican. Que hay pleito interno porque cinco magistrados quieren unanimidad y hay dos que no están convencidos.
Hay fuego en la Catedral, con el cardenal llamando "loquitos violentos" a los perredistas. Se combustionan los estudios de televisión y cabinas de radio con descalificaciones histéricas. Arden las mesas de los restaurantes, sobre todo después de la primera ronda. Hay igniciones melodramáticas hasta en el interior de las casas. El país no decidió, se dividió. Se incendió.
Tiene razón Lorenzo Meyer, hay un gigantesco río subterráneo de millones de mexicanos que emerge desde las profundidades de la marginación, el resentimiento, la desconfianza y ahora la indignación por lo que consideran un fraude. Lo que no sabemos es si emergerá a la superficie en forma de agua que refresque nuestra incendiada democracia o será un río de magma que estallará como un volcán.
Y de esta hoguera gigantesca de la nación todos somos responsables: el IFE, por su parcialidad inocultable y su complicidad con los empresarios y el gobierno; los medios que atizaron el fuego; los partidos que hicieron la guerra sucia y del miedo; los candidatos que olvidaron las propuestas y se dedicaron al exterminio; los señores del dinero que compraron conciencias y los intolerantes que nunca escucharon y siempre lincharon.
Pero sobre todo hay un gran culpable. El hombre que hizo la hoguera. Se llama Vicente Fox.
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